Vidas Pasadas.

2 de septiembre de 2008

Un domingo cualquiera a eso de las dos y algo de la tarde un matrimonio almuerza con su hijo que había venido de la capital a visitarlos a la recta provincia. En eso comienza a sonar una canción, a lo que la madre pregunta:

-¿Quien canta?
-Javier Barria -respondió el hijo sin titubeos, que al ver la cara de ¿Y el quien es? de su madre, agrega-. Es un cantautor chileno independiente.
-Ahhh. -responde ella.
En eso el padre que aún guardaba silencio, cosa rara en él, señala rápidamente:
-¡Pero a este no lo conoce nadie!
-Es cierto, pocos lo conocen -respondió su hijo, quien estaba tranquilo. Ya tenía tema para el post de esta semana.

Este fue mi momento "long tail" de la semana. Cuando sonó esa canción de Javier Barria -canción que le da título a mi post- se ejemplificó de forma clara el fenómeno generacional al que apunta el autor del libro. Mis padres nacidos, criados y estancados en la era de los "hit" jamás conocerían a cantantes, directores y/o productos provenientes del "underground" (o "No Mainstream") de no ser por sus hijos nacidos en los últimos años de la era del hit y criados en la época de la transición a la cola larga. Bueno, quizás "conocer" es un poco exagerado, lo más probable es que ya no recuerden quien es Javier Barría, pero al menos lo escucharon (a él y a otros más) alguna vez gracias a sus hijos.

De no ser por MySpace (un ejemplo perfecto de lo que es la cola larga) artistas como Javier Barria o Marcelo Vergara difícilmente podrían mostrar y promocionar su música, además de permitirnos pasear por todo el espectro de la cola yendo desde Javier Barria -a estas alturas archiconocido-, pasando por los gigantes de la música alternativa, dándonos una vuelta por la música parisina hasta finalmente llegar a un monstruo del mainstream tan de moda hoy por hoy. Así todos tenemos lo que queremos -nadie se siente desplazado por el "sistema"-, cuando lo queremos y como lo queremos. Con las obvias restricciones que impone la lógica, la moral y las buenas costumbres

Así un nuevo mundo se abre a los ojos de las ávidas hordas de consumidores que escarbamos en cada cola que encontramos, buscando aquello que realmente nos interesa y no necesariamente aquello que la "malévola" industria del entretenimiento (sólo por poner un ejemplo) quiere que nos interese. Sin embargo, esto no implica la muerte de nuestro querido amigo "El Hit" que tanto tiempo nos ha acompañado, mis padres aún son fieles a él y no lo abandonarán (es más lo defenderán). Además debemos reconocer que aunque tengamos más de donde elegir siempre hay un hit por ahí que nos llama la atención y si algo es de buena calidad probablemente se transformará en un hit. Así que tranquilos amigos míos, el hit no ha muerto -y no morirá-. Ciertamente ya no es el "chico popular de la escuela" los pokemones, emos, visual, otakus y cuanta tribu urbana existe (otro ejemplo de cola larga) le quitaron el sitial que por años tuvo de forma exclusiva, pero aún es el más grande. Sólo tiene que aprender a compartir su popularidad con otros más pequeños.

¿Mi consejo? revolvamos esta cosa, busquemos en las colas y sobre todo revuelvan en MySpace. ¡Hay buena fruta ahí!

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